
Por Juanca Cristaldo
Edición: Silvia Sanchez Di Martino
La necesidad de un cambio en la mirada>
Una de las contradicciones fundamentales del Paraguay contemporáneo es que sus narrativas no se ajustan, en aspectos esenciales, a la realidad. Es decir, tanto en la cultura popular como en la académica, nos relacionamos más con nuestras ideas – desfasadas – sobre el país que con el territorio en sí y con las dinámicas que en él se producen.
En este sentido, es común describir a Paraguay como un país en el que nunca cambia nada. Un país fatalista, de ritmos cansinos. Un país que está condenado a ser siempre el mismo.
Aunque ciertamente esto pueda ser válido para muchos aspectos de la realidad, en otros, semejante descripción simplemente no se verifica empíricamente. Si tomamos por objeto de estudio a la red urbana nacional, y consideramos qué ciudades han crecido y qué ciudades han entrado en ciclos de decrecimiento poblacional y económico en las últimas décadas, rápidamente se podrá constatar que vivimos en un país sustancialmente diferente. Un país que se ha reconfigurado totalmente desde los años 60 del siglo XX.
Ahora bien, es necesario aclarar –aunque parezca elemental– que no afirmamos que el cambio intenso implique, necesariamente, un cambio para mejor. De hecho, existen cuantiosos datos que señalan que en varios aspectos (como la deforestación, por citar quizá el ejemplo más conocido) hemos cambiado para peor en las últimas décadas.
Por otro lado, si en verdad se pretende contribuir a una mejor comprensión de la realidad contemporánea y a los desafíos que esta implica, es necesario resistir también a las narrativas de catástrofe que señalan que absolutamente todas las transformaciones han sido negativas.
La realidad, como suele ser el caso, siempre es más compleja y está en algún lugar en el medio. Vivimos en un territorio que es, en términos de organización y funcionamiento, fundamentalmente nuevo. El desafío intelectual y creativo, es entonces, ver una vez más al mundo que nos rodea, tal cual es. Describirlo. Interpretarlo. Comprenderlo. Para saber hacia dónde queremos ir necesitamos saber dónde y en qué momento estamos parados.Y a partir de esta interpretación detectar tendencias, conflictos y potencialidades que han de abrir espacios para la acción.
Cambios en el Territorio>
El inicio del siglo XXI encuentra al Paraguay, y a toda la región central de Sudamérica en un vasto proceso de reorganización territorial de escala continental. Dinámicas de integración económica y política que son propias al continente implican el establecimiento de instituciones supranacionales (Mercosur, UNASUR, etc.). Esto a su vez se traduce en iniciativas de integración física por medio de infraestructuras, organizadas en ámbitos de cooperación institucional tales como el IIRSA.
Los procesos de integración, impulsados por dinámicas socioeconómicas regionales, se potencian a la luz de cambios económicos de escala global, tales como el surgimiento de los países asiáticos como nuevos socios comerciales de gran relevancia para la región.
Este es un escenario completamente nuevo, en el que numerosos proyectos se plantean para establecer conexiones infraestructurales, desde el Pacífico al Atlántico, atravesando ecosistemas, accidentes geográficos, territorios culturales y productivos. Cada uno de estos proyectos tiene en sí un gran potencial de transformación, y los impactos combinados de los mismos –tanto positivos como negativos– son difíciles incluso de predecir totalmente.
El ámbito académico no ha reconocido plenamente este nuevo escenario. En Paraguay, prácticamente todos los trabajos de investigación y análisis que han sido realizados en las últimas décadas han enfocado sus esfuerzos en la mayor área urbana del país: el área Metropolitana de Asunción (AMA).
Nuestra agenda temática ha sido por lo general, tan limitada como la amplitud de nuestra mirada geográfica. Hemos reflexionado reiteradas veces sobre cuestiones tales como las dinámicas de migración urbana / rural, los problemas de las áreas de riesgo, los enclaves de exclusión social como la Chacarita o el Bañado Sur, además de la discusión sobre diversos proyectos urbanísticos e infraestructurales, como la Franja Costera o el Metrobús. Estos tópicos han concentrado, casi totalmente, la atención de académicos, gestores públicos y la ciudadanía.
Aunque esto puede resultar comprensible –recordemos, el AMA concentra al 51% de la población del país, es la sede de la capital de la nación, y la ciudad más antigua del país– esta fijación en un espacio geográfico único y un espectro temático reiterativo, no deja de ser sorprendente. No decimos esto en el ánimo de afirmar que el estudio de los aspectos urbanísticos del AMA carezca de relevancia, sino en el sentido de apuntar que, necesariamente, al inicio del siglo XXI, nuestra mirada e intereses deben expandirse a territorios y problemáticas que hemos, por demasiado tiempo, ignorado casi por completo en el campo de los estudios urbanos. Necesitamos desplegar una visión mucho más integral del territorio.
En los últimos 50 años, el territorio nacional se ha reconfigurado totalmente, y los focos centrales de esos procesos de transformación no coinciden con Asunción y su conurbano expandido. Espacios anteriormente periféricos, como la Triple Frontera, o la red urbana de Filadelfia, en el corazón del Chaco paraguayo, se han constituido en algunos de los principales puntos nodales de transformación urbana en el Paraguay contemporáneo. Otros espacios, como Encarnación, que ya tenían relevancia en la red urbana nacional y regional, se han visto completamente transformados.
Esta nueva realidad, demanda de nosotros un esfuerzo para re-evaluar las narrativas que describen e interpretan nuestro territorio, sus conflictos y potencialidades.
Una fascinante y caleidoscópica variedad de razones históricas, geográficas, políticas, culturales y económicas contribuye a explicar el porqué de este desplazamiento de los principales focos de actividad, a sitios que no eran centrales en ciclos anteriores del desarrollo urbano en el país.
Ante un cuadro de semejante complejidad, es siempre un enorme desafío encontrar un hilo conductor potente y concreto, que nos ayude a describir, investigar e interpretar el intrincado juego de fuerzas que interactúan en los procesos de desarrollo territorial.
En este sentido, la hipótesis de trabajo de esta investigación es que los proyectos infraestructurales son nodos privilegiados a través de los cuales se puede interpretar la articulación del territorio paraguayo y continental en las últimas décadas. Es a través del estudio de proyectos infraestructurales, entendidos como catalizadores de vastos procesos de cambio (planificado y no planificado), que podemos encontrar evidencia material y datos concretos que nos permitan interpretar las transformaciones de las últimas décadas.
Aún más, el estudio de los proyectos infraestructurales nos permite no solo entender lo que ha ocurrido, sino explorar estrategias que permitan aprovechar oportunidades surgidas de las nuevas coyunturas y reducir sus potenciales impactos negativos.
Este esfuerzo intelectual y creativo se hace en el convencimiento de que es necesario tener una postura activa y consciente en relación a nuestra región. Cuando una sociedad no desarrolla proyectos conscientes para su territorio, acaba viendo al mismo convertirse en el escenario donde proyectos de otras sociedades o grupos específicos de interés se materializan. Tendencias se convierten en hechos consumados cada vez más difíciles de revertir.
Ante esta renuncia a pensar el territorio, proponemos la investigación rigurosa y la construcción colectiva de la capacidad de reflexionar e inquirir. Necesitamos que académicos, gestores públicos y la sociedad en su conjunto sean capaces de evaluar tendencias y sopesar las consecuencias de proyectos pasados y futuros. Este es el punto de partida imprescindible para la construcción de un territorio más democrático y sostenible en las próximas décadas. Este es el desafío al que este proyecto aspira a contribuir.
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